La Hermandad de la Esperanza y el antiguo "Brasil grande": el origen del vínculo.
- Ana Núñez Lebrón
- 23 feb 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 feb 2021
De nacimiento contemporáneo, el "Brasil grande" y sus antiguos vecinos no entendían su vida sin la figura de la Esperanza. Un vínculo que llega a la actualidad a pesar del derribo de aquella casa vecinal que ocupaba los últimos metros de la actual Gran Vía.

Es bien conocida por todos los cofrades de Huelva la relevancia que tiene para los hermanos y devotos de la Hermandad de San Francisco la llegada de sus titulares cada Miércoles Santo al actual Hotel Tartessos, por ocupar éste parte del terreno que en el pasado albergaba una gran casa de vecinos, conocida popularmente como Brasil Grande, y cuya historia pretenden revivir estas líneas, pues en ella, además, encontraremos los orígenes de un fervor que llega a nuestros días y que se manifiesta al son de saetas y "vivas".
La historia del "Brasil grande".
Echando la vista atrás hasta 1892, nos encontramos con una Huelva con población creciente y con ciertos problemas a la hora de suministrar una vivienda digna a sus habitantes más humildes. Coincide esta fecha con el cuarto centenario del Descubrimiento de América, y aprovechando el impulso de los acontecimientos que iban a celebrarse en nuestra ciudad, llega una iniciativa que pretende solventar las cuestiones que, tarde o temprano, se deberían afrontar.
Por aquellas fechas, lo que hoy conocemos como Gran Vía, y que se llamaba entonces calle de Enmedio, era un enjambre de huertos que debían dejar paso a la población en aumento. Fue el caso del huerto de Don Lázaro García, que fue adquirido por Eduardo Díaz, figura que estuvo detrás del proyecto. Díaz decidió construir en sus terrenos una gran casa vecinal en la que cada "partido", que es como se llamaba a cada una de las viviendas, costaba 5 pesetas mensuales, lo que solucionaba el problema de la vivienda mencionado, y daba cobijo a cientos de modestos onubenses que no tenían otra posibilidad.
Era aquello un enorme edificio con un gran patio interior y algunos servicios comunes que acogían a una comunidad de vecinos que, con familiaridad, pasaba allí sus días, en la que se denominaba originalmente Casa de la Santísima Trinidad, pues así es como se llamaba la mujer de Eduardo Díaz, a quien hace honor el nombre. El nombre de "Brasil grande" llegó a expensas de los vecinos de entonces, que por vivir allí tantísima gente, más que en la República de Brasil, decidieron referirse así a aquella casa que llamaba la atención por su escenario costumbrista. Galerías llenas de flores, ropa tendida y niños jugando entre unos muros que en sus setenta y seis años de vida fueron testigos, entre otros acontecimientos evidentes, de la gran nevada del 56, que congregó allí a miles de onubenses según contaba una vecina, Doña Manuela Mora, al primitivo diario Odiel.
También se vivía con especial énfasis en el Brasil la primavera y sus fiestas. Con la llegada de las cruces de mayo los balcones se engalanaban para la celebración, y como bien anunciábamos al principio, no iba a ser menor el recibimiento a la visita de la Virgen de la Esperanza cada Miércoles Santo.
Los vecinos del Brasil y su virgen de la Esperanza
Si en 1892 se edificaba la Casa de la Santísima Trinidad, un año más tarde se fundaba en el seno del antiguo convento de San Francisco, a escasos metros del Brasil, la Hermandad de la Esperanza. Sus primeros fundadores fueron marineros y pescadores del barrio que sembraron la semilla de una devoción que a los pocos años se había extendido por toda Huelva.
Desde sus inicios, un momento neurálgico del recorrido de la hermandad siempre fue el paso por aquel Brasil, localizado como hemos puntualizado en la zona que se expande desde la actual Gran Vía hasta la calle Fernando el Católico. Allí le esperaban expectantes sus vecinos para disfrutar de los rezos a la Virgen en forma de saetas, entonadas algunas de ellas por "La niña de Huelva".
En algunos momentos de la historia de la hermandad, se interrumpió el paso por la casa de vecinos por la excesiva longitud del recorrido. Sin embargo, sus devotos se encargaron de que no fuera así nunca más. Una vez finalizada la Guerra Civil, que acabaría con el patrimonio de la Hermandad, reemplazado entonces por las imágenes actuales; los vecinos del Brasil se empeñaron en que su Virgen volviera a visitarles cada Miércoles Santo, aunque tuvieran que ser ellos mismos los encargados de adoquinar el suelo que pisaría la Esperanza. Y es que en una Semana Santa cercana a esos años, parecía que la Esperanza tendría que esperar para poder visitar a sus vecinos porque los alrededores del Brasil estaban en obras. Sin embargo, el propio vecindario se encargó de empedrar la calle para poder ver a su Virgen en un acto de fe y devoción que llegará a nuestros tiempos, aunque sustituyendo los adoquines por pétalos y cantes.
Finalmente, y como anticipábamos, el ayuntamiento pondría aquel solar a subasta en 1969, suponiendo la sentencia de muerte del Brasil, que sería derribado poco más tarde. Los vecinos, entonces, fueron reubicados en la barriada de Isla Chica, dejando paso a nuevos residentes que ocuparían los edificios allí levantados y que suponían un paso más en el fin de la construcción de la actual Gran Vía; y quizás también en un posible proceso de gentrificación escudado en la necesidad de renovación de la zona que por aquellos entonces ya tenía el atributo de centralidad que hoy le caracteriza. Lo cierto es que fue uno de los tantos casos en los que se nos robó un trozo de la Huelva antigua, y que de nuevo despojaban nuestras céntricas calles del espíritu tan particular de aquellos tiempos añejos y que hoy resulta tan complicado encontrar en nuestra ciudad. A pesar de esto, si algo permanece en el que fuera el barrio de San Francisco es la devoción por la Hermandad que lleva su mismo nombre y que, como sabemos, seguirá asistiendo año tras año a esos balcones de la Gran Vía que cada Miércoles Santo guardan en ellos la más pura esencia del antiguo Brasil grande.
Fuente: primitivo Diario Odiel, ediciones de 1969. Mater Dolorosa: revista ilustrada de Semana Santa.
Buenas
Mi abuela era Manuela Mora y cumple las características que describes. Me encantaría que me contaras. Un abrazo.